En Español
– The extent of vaccine rollouts has varied wildly across the region
– With more than 40% of the population inoculated, Chile leads the way
– Colombia, Peru and Ecuador are among those with lower rates
– Logistical issues pose significant challenges to governments
As the global Covid-19 vaccine rollout continues, Latin American governments have seen their own vaccination strategies meet with varying levels of success. While some countries are among the world’s leaders in terms of per capita progress, others are struggling with the challenges presented by mass immunisation.
With the pandemic having a significant impact on Latin American countries in both economic and public health terms, a successful vaccine rollout is critically important to the region’s recovery.
In many ways the vaccine rollout has reflected the various divisions, inequalities and stages of development in Latin America, with more advanced countries holding a natural advantage over less-developed nations.
Chile leads the way
Chile is not only a regional leader but also a global standout when it comes to administering vaccines. As of April 15, 41% of the population had received at least one dose of a Covid-19 vaccine, while 29% had been fully vaccinated, according to figures from Our World in Data, a research project based at the University of Oxford.
The figures place Chile in the top-10 countries worldwide for per capita immunisations, alongside other global leaders like Israel, the UK and the UAE, with officials hoping to vaccinate 80% of the 19m-strong population by the end of June.
The country’s successful programme has been attributed to a number of different factors. As a wealthier Latin American country, Chile has been able to rely on more advanced logistics and health care infrastructure.
To take an example, the government has conducted its programme using an up-to-date digital database, which has allowed officials to effectively identify people who are due for vaccinations and coordinate that with logistical considerations.
In addition, Chile’s decision to host vaccine trials with major pharmaceutical companies last year, along with signing agreements under the World Health Organisation’s Covax initiative, is also seen to have been a factor behind its successful vaccine deployment.
Despite this impressive progress, Chile has nevertheless experienced a significant increase in coronavirus cases over the past four or five months, following the opening of international borders and a loosening of local travel restrictions.
Governmental hurdles
A number of other countries in the region have struggled to replicate Chile’s success.
In Colombia, Peru and Ecuador the percentage of the population who have received one dose of a vaccine stands at just 5.2%, 2.2% and 2.2%, respectively.
Meanwhile, even though larger economies like Brazil (12%), Argentina (12%) and Mexico (8.9%) have proportionally higher vaccination rates, this has not been accompanied by a fall in infection rates, as the highly contagious p.1 variant sweeps through the region.
While the initial slow rollout in many Latin American countries was largely due to global shortages, there were a number of other contributing factors, including governance.
For example, while the African Union made significant pre-purchases of vaccines in bulk, the lack of regional coordination in Latin America meant that countries often found themselves in a race against each other to secure doses.
As a result, many smaller, lower-income or less-developed countries fell behind, as larger nations and blocs pooled their resources and purchasing power.
Meanwhile, in Peru’s case, the vaccine rollout has damaged the public’s trust in the institutions responsible for the process.
In February a series of high-profile politicians and university officials resigned after it was revealed that they had received two doses of a vaccine being tested in the country by Chinese state-owned pharmaceutical company Sinopharm – despite not being enrolled as participants in the trial.
Logistical challenges front and centre
However, perhaps the principal challenge when it comes to the vaccine rollout is that of logistical shortfalls, an issue which has taken on increased importance in light of the fact that countries do not have the capacity to produce their own doses.
In a positive sign early on in the rollout process, port officials responsible for the Panama Canal signed a deal in January to expedite and optimise supply routes for the distribution of Covid-19 vaccines and supplies to Latin America.
However, with governments being forced to deal with a combination of rugged terrain and less-developed transport infrastructure internally, authorities have in many cases found it difficult to adequately transport doses between cities and regions.
This is a particular challenge for vaccines such as those from Pfizer, which need to be transported and stored in ultra-cold temperatures.
There are concerns that such challenges could lead to a dramatic vaccine divide between urban and rural communities, further exacerbating existing inequalities.
Given these obstacles and the associated delays to vaccine deployment, some analysts fear that in many Latin American countries the population will not be fully immunised until 2023, further delaying the economic recovery.
In English
¿Qué países de América Latina están marcando el paso en el despliegue de vacunas contra el Covid-19?
- El alcance del despliegue de las vacunas ha variado mucho en la región
- Con más del 40% de la población vacunada, Chile lidera el camino
- Colombia, Perú y Ecuador se encuentran entre los países con tasas más bajas
- Los problemas logísticos representan retos importantes para los gobiernos
Mientras continúa el despliegue mundial de la vacuna contra el virus Covid-19, los gobiernos latinoamericanos han visto cómo sus propias estrategias de vacunación han tenido distintos niveles de éxito. Si bien algunos países se ubican están entre los líderes mundiales en términos de progreso per cápita, otros están luchando con los desafíos de la inmunización masiva.
Tras los efectos de la pandemia en América Latina, que fueron importantes tanto a nivel económico como de salud pública, el éxito del despliegue de la vacuna es de vital importancia para la recuperación de la región.
Desde que inició la planificación el año pasado, el despliegue de la vacuna ha reflejado en muchos aspectos las divisiones, desigualdades y las distintas etapas de desarrollo de la región. Es así que se ha observado una ventaja natural de los países más avanzados sobre las naciones menos desarrolladas.
Chile lidera el camino
Chile no sólo es un líder regional, sino que también destaca a nivel mundial en cuanto a la administración de vacunas. A fecha del 15 de abril, el 41% de la población había recibido al menos una dosis de la vacuna Covid-19, mientras que el 29% estaba totalmente vacunado, según las cifras de Our World in Data, un proyecto de investigación con sede en la Universidad de Oxford.
Las cifras sitúan a Chile entre los 10 primeros países del mundo en cuanto a vacunación per cápita, junto a otros líderes mundiales como Israel, el Reino Unido y los Emiratos Árabes Unidos, y las autoridades esperan vacunar al 80% de los 19 millones de habitantes para finales de junio.
El éxito del programa del país se atribuye a varios factores. Al ser el país latinoamericano más rico, Chile ha podido contar con una red logística y con una infraestructura sanitaria más avanzada que las de los demás países.
Por ejemplo, el gobierno ha llevado a cabo su programa utilizando una base de datos digital actualizada, que ha permitido a los funcionarios identificar eficazmente a las personas que deben ser vacunadas y tomar las debidas consideraciones logísticas.
Otros factores que han contribuido al éxito del despliegue son que el año pasado Chile tomo la decisión de llevar a cabo localmente ensayos de vacunas con importantes empresas farmacéuticas y que, firmó acuerdos en el marco de la iniciativa Covax de la Organización Mundial de la Salud.
A pesar de este impresionante progreso, Chile ha visto un aumento significativo de los casos de coronavirus en los últimos cuatro o cinco meses, tras la apertura de las fronteras internacionales y la relajación de las restricciones de viaje locales.
Obstáculos gubernamentales
Otros países de la región han tenido dificultades para replicar el éxito de Chile.
En Colombia, Perú y Ecuador, el porcentaje de la población que ha recibido una dosis de una vacuna representa escasamente el 5,2%, el 2,2% y el 2,2%, respectivamente.
Sin embargo, aunque las economías más grandes, como Brasil (12%), Argentina (12%) y México (8,9%), han completado un mayor número de vacunaciones en términos comparativos, esto no ha visto un descenso en las tasas de infección, ya que la variante p.1, altamente contagiosa, se extiende por la región.
Aunque la lentitud inicial del despliegue en muchos países latinoamericanos se debió en gran medida a la escasez mundial, hubo otros factores que también contribuyeron, como la gobernabilidad.
Para comparación, cabe notar que la Unión Africana realizó importantes adquisiciones anticipadas de vacunas al por mayor, mientras que la falta de coordinación regional en América Latina significó que los países a menudo se encontraron en una carrera entre ellos para asegurar las dosis.
Como resultado, muchos países más pequeños, de menores ingresos o menos desarrollados se quedaron atrás, ya que las naciones y bloques más grandes unieron sus recursos y su poder adquisitivo.
Entretanto, en el caso de Perú, el despliegue de la vacuna ha dañado la confianza del público en las instituciones responsables del proceso.
En febrero, diferentes políticos y funcionarios universitarios de alto nivel dimitieron, después de que se revelara que habían recibido dos dosis de una vacuna que estaba siendo probada en el país por la empresa farmacéutica estatal china Sinopharm, a pesar de no estar inscritos como participantes en el ensayo.
Principales desafíos logísticos
Sin embargo, quizá el principal reto en el despliegue de la vacuna sea el de las deficiencias logísticas, algo que ha cobrado mayor importancia al no tener los países la capacidad de producir sus propias dosis.
Una señal positiva al principio del proceso de despliegue fue que los funcionarios portuarios responsables del Canal de Panamá firmaron en enero un acuerdo para agilizar y optimizar las rutas de suministro para la distribución de vacunas y suministros de Covid-19 a América Latina.
No obstante, debido al hecho que los gobiernos se ven obligados a lidiar con una combinación de terreno duro e infraestructuras de transporte menos desarrolladas a nivel interno, las autoridades han encontrado en muchos casos dificultades para transportar adecuadamente las dosis entre ciudades y regiones.
Esto supone un reto especial para vacunas como las de Pfizer, que deben ser transportadas y almacenadas a temperaturas bajas extremas.
Se teme que estas dificultades puedan provocar una dramática brecha de vacunas entre las comunidades urbanas y rurales, agravando aún más las desigualdades existentes.
Dados estos obstáculos y los retrasos asociados al despliegue de las vacunas, algunos analistas estiman que en muchos países latinoamericanos la población no estará totalmente inmunizada hasta 2023, lo que atrasaría aún más la recuperación económica.