Pese a sus reconocidas e importantes contribuciones a la economía peruana, la estrategia futura del sector minero genera cierta inquietud en vista de las protestas contra la minería que se dieron en el sur del país. Bajo la presión de las protestas, el gobierno de transición del saliente mandatario Alan García revocó la licencia de la Mina Santa Ana, operada por Bear Creek Mining Corporation.
El sector minero contribuyó, en promedio, con un 7,7% al PBI desde 1999 hasta 2009. Se espera un aumento considerable de esta cifra debido a las grandes inversiones planeadas para el corto plazo. Pedro Martínez, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petroleo & Energia del Perú, comentó que, en los próximos 10 años, el país estaría recibiendo $41.900 millones de inversión en el sector.
Perú es el principal productor de plata en el mundo, con una participación del 19% en el mercado internacional, y el quinto productor de oro (el primero en Sudamérica), con 7% del mercado internacional, según estadísticas de 2009. Es tercero en producción de zinc y cobre, tras China y Chile, con 13% y 7% del mercado internacional, respectivamente. Asimismo, Perú es superado sólo por Canadá y Australia en lo referente a gastos de exploración.
El conflicto entre el sector minero nacional y la población local surgió como consecuencia de la ausencia de un beneficio económico directo para los pueblos indígenas que residen en las áreas rurales del país. Parte del plan de gobierno propuesto por el presidente electo Ollanta Humala se basó en aumentos de las regalías y un posible impuesto a las sobreganancias mineras. “El tema de las concesiones mineras genera el 70% de los conflictos en provincia, y creemos que la minería debe contribuir más al desarrollo”, afirmó Humala recientemente.
Humala también sugirió que, durante su gobierno, el Perú respetará la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Unas 100 personas han muerto en el Perú en los últimos cuatro años, como consecuencia de protestas contra la minería que buscan rectificar los desacuerdos entre las poblaciones locales y la industria minera con respecto a los beneficios económicos, la contaminación y el consumo de agua.
El 27 de junio, las acciones de Bear Creek Mining Corporation, compañía minera con sede en Vancouver, se desplomaron un 27% como consecuencia de la decisión del gobierno peruano de revocar la licencia y concesiones de la compañía para su proyecto argentífero Santa Ana, en el sur del Perú. El proyecto, cuya producción debía empezar en 2012, había enfrentado semanas de presión debido a las protestas contra la contaminación organizadas por 5000 pobladores aymaras locales. El saliente mandatario García, quien invocó los mejores intereses públicos y estatales, firmó el decreto para revocar la licencia.
En un comunicado, Andrew Swarthout, Director Ejecutivo de Bear Creek, expresó: “Creemos firmemente que ésta no ha sido la decisión correcta para el Perú, su activo sector minero, los residentes locales o los inversionistas extranjeros”. Y agregó: “La compañía tiene la intención de defender sus derechos sobre Santa Ana, de inmediato y con firmeza, utilizando todas las vías disponibles, inclusive las disposiciones contenidas en el Tratado de Libre Comercio entre Canadá y el Perú, y los procesos de apelación”.
Según Bear Creek, existen al menos otras 15 empresas extranjeras operando mediante licencias similares en el Perú. A un mes de que Humala asuma el mando el 28 de julio, el caso podría indicar un cambio hacia regulaciones más estrictas.
A pesar de cierto recelo en la comunidad minera, es poco probable que los aumentos propuestos sobre las regalías e impuestos frenen la inversión, principalmente debido a la gran riqueza de recursos naturales del Perú. La correlación entre el monto de inversión y las regalías resultantes serán examinadas detenidamente, y se espera su determinación dentro de los primeros seis a doce meses del gobierno de Humala.
La inversión total en el sector para el periodo 2011-2012 alcanzaría los $10.000 millones, y los minerales representan aproximadamente el 60% de las exportaciones del Perú. Hay mucho en juego, considerando varios proyectos de gran envergadura que se pondrían en marcha en el futuro cercano, incluyendo la mina de cobre Quellaveco, de Anglo American, con una inversión de $3000 millones, y el proyecto aurífero Minas Congas de Yanacocha, con una inversión similar, ambas previstas para 2014; además del proyecto cuprífero Antapaccay, de Xstrata, por una inversión de $1500 millones, para 2012.
Peru: Mining for answers
Despite being an established and major contributor to the Peruvian economy, there is some concern over the future strategy of the mining sector after recent anti-mining protests in the south of the country. Under pressure from the protests, the transitional government of outgoing President Alan García revoked the licence of Bear Creek Mining Corporation’s Santa Ana Mine.
The sector contributed an average 7.7% to GDP from 1999 to 2009, a figure expected to rise considerably given the vast investment planned in the near future. According to Pedro Martínez, president of the Sociedad Nacional de Minería de Perú, the national mining society, the country is expected to receive $41.9bn worth of investment in the sector over the next 10 years.
Peru is the largest producer of silver in the world, with 19% of the global market, and the fifth-largest producer of gold (the top in South America), with 7% of the global market, according to 2009 statistics. It trails only China and Chile in global production of zinc and copper, with 13% and 7% of the global market, respectively. Furthermore, Peru is behind only Canada and Australia when it comes to expenditures in exploration.
The dispute between the nation’s mining sector and the local population stems from a perceived lack of direct economic benefit to indigenous tribes in the country’s rural areas. Part of incoming President Ollanta Humala’s election platform was based on proposed increases in royalties and a potential windfall profits tax on the mining industry. “The issue of mining concessions generates 70% of the conflicts in the provinces, and we think mining needs to contribute more to development,” Humala recently told reporters.
He also suggested that under his government Peru would adhere to the UN Declaration on the Rights of Indigenous Peoples. Almost 100 people have been killed in Peru over the past four years as a result of anti-mining protests that seek to rectify disagreements between local populations and the mining industry over economic benefits, pollution and water consumption.
On June 27 Vancouver-based Bear Creek Mining Corporation’s stock plummeted 27% as a consequence of the Peruvian government’s decision to revoke the company’s licence and concessions for its Santa Ana silver project in southern Peru. The project, which was anticipated to begin production in 2012, had been under pressure for weeks due to ongoing protests in opposition to pollution by over 5000 local Aymara Indians. Departing President García, who cited the best interests of the public and state, signed the decree to withdraw the licence.
Andrew Swarthout, the CEO of Bear Creek, stated in a company announcement, “We firmly believe this was not the right decision for Peru, its vibrant mining sector, local inhabitants or foreign investors.” He added that, “The company intends to immediately and vigorously defend its rights at Santa Ana through all available avenues, including provisions under the Canada-Peru Free Trade Agreement and Peruvian appeal processes.”
According to Bear Creek there are as many as 15 other foreign companies operating under similar licences in Peru. Coming a month before Humala takes office on 28 July, the case would seem to signify a change toward stricter regulation.
Despite some apprehension in the mining community, proposed increases in royalties and taxes are unlikely to deter investment substantially given the vast wealth of natural resources. Certainly, the correlation between the amount of investment and the resulting royalties will be closely scrutinised and is expected to be determined within the first 6-12 months of Humala’s presidency.
Total investment in the sector between 2011 and 2012 is expected to be around $10bn and minerals account for roughly 60% of Peru’s exports. With several large projects expected to come online in the near future, including Anglo American’s $3bn Quellaveco copper mine and Yanacocha’s $3bn Minas Congas gold mine both due in 2014 and Xstrata’s $1.5bn Antapaccay copper project expected in 2012, there is much at stake.