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La creciente demanda mundial de aceite de palma para su aplicación en productos alimenticios y biocombustibles abre las oportunidades de desarrollo del producto en Colombia. La popularidad del aceite de palma se ha disparado en los últimos años, en gran medida gracias a las campañas de alimentación saludable en que se comercializa como una alternativa sana a otros productos que contienen grasas trans.
A pesar de su potencial, Colombia necesitará una nueva legislación para resolver algunos de los problemas asociados con la industria de la palma si desea impulsar su crecimiento, incluyendo las preocupaciones ambientales y los incidentes de apropiación de tierras, entre otros.
Colombia es el quinto mayor productor mundial de aceite de palma tras Indonesia, Malasia, Tailandia y Nigeria, según GreenPalm, un programa de certificación para la producción sostenible de aceite de palma. A partir de 2010, unas 400.000 hectáreas de tierras agrícolas se estaban utilizando para la producción de aceite de palma o se había destinado para su cultivo en el país andino, según datos del Sistema de Información Estadística del Sector Palmero (SISPA). La industria ha generado en este periodo más de 130.000 puestos de trabajo.
Uso y demanda siguen creciendo
Se espera que la demanda mundial de aceite de palma continúe su camino ascendente a medida que la posibilidad de reducir el consumo de grasas trans gane fuerza. Las grasas trans, que se crean cuando se agrega hidrógeno a los aceites vegetales líquidos para hacerlos más sólidos (descritos como “aceites parcialmente hidrogenados”) van camino de ser prohibidas por la Food and Drug Administration de EE.UU. De aprobarse tal medida, la demanda de aceite de palma podría experimentar un impulso significativo. Según los datos publicados por Greenpalm, la demanda de aceite vegetal producido con palma africana se duplicaría entre 2000 y 2030 y multiplicaría por tres en 2050.
El aceite de palma también se puede utilizar como una fuente de energía renovable en la producción de biodiesel. En la actualidad, Colombia tiene una capacidad instalada de producción de 600.000 toneladas de biodiesel al año. Sin embargo , Carlos Mateus, director de planificación, desarrollo e innovación para la Federación Nacional de Biocombustibles, dijo recientemente a la prensa local que los proyectos en curso podrían ayudar a aumentar la capacidad instalada para la producción de biodiesel en otro 50% en los próximos 18 meses. Esta expansión, a su vez, impulsaría la demanda de aceite de palma y contribuiría a crear más puestos de trabajo en la industria.
Desafíos por resolver
A pesar de su potencial, la industria del aceite de palma no está exenta de críticas. Cuando Indonesia fue nombrado en el Libro Guinness de los Récords como el país con la mayor tasa de deforestación en 2008, la industria del aceite de palma fue considerada como la principal responsable.
Colombia también está lidiando con la deforestación y sus consecuencias, consciente de que la destrucción de los hábitats naturales puede poner en peligro a las especies vegetales y animales. De acuerdo con datos de Naciones Unidas, Colombia ya pierde aproximadamente 2.000 kilómetros cuadrados de bosques al año.
También se cree que el cultivo de aceite de palma ha contribuido a la reciente sequía en el departamento de Casanare, en la región centro-este del país.
Aparte de alimentar las preocupaciones ambientales, la producción de aceite de palma se ha relacionado con los incidentes de apropiación de tierras, tanto en Colombia como en el resto del mundo. Los oportunistas han aprovechado para confiscar ilegalmente las tierras de los agricultores con pequeñas propiedades, a veces incluso empleando tácticas violentas en sus esfuerzos por acceder a este apetitoso cultivo.
Ensalzando los beneficios
Se espera que el apoyo de la Federación de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma) en la promoción del cumplimiento de buenas prácticas impulsadas por la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO por sus siglas en inglés) . La RSPO, que fue fundada en 2004 y cuenta con Fedepalma entre sus miembros, trabaja "para promover la producción y el uso sostenibles de aceite de palma".
La RSPO aboga por prácticas responsables con el medio ambiente, incluyendo la conservación de los recursos naturales, la biodiversidad y la “consideración responsable de los empleados, las personas y las comunidades afectadas por la producción”.
Si bien la opinión sobre el de aceite de palma sigue dividida, Rafael Zavala, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) expresó recientemente su apoyo a la industria de palma colombiana, argumentando que proporciona un trabajo digno para las personas en las zonas donde se cultiva la cosecha. El diario Portafolio recogió las declaraciones de Zavala, hechas en el marco de la Conferencia Internacional de Biocombustibles en marzo en Cartagena, donde se describió al aceite de palma como la mejor alternativa para los trabajadores de cultivos ilícitos como la coca.
Por el momento, se espera que el sector agrícola colombiano siga adelante con los planes para expandir la producción de aceite de palma, apuntando a multiplicar por seis la producción para 2020. Con la adecuada protección legal para el medio ambiente y las comunidades donde el aceite de palma se cultiva, el aumento de la producción puede darse en pro del desarrollo nacional, impulsando la creación de nuevos puestos de trabajo y promoviendo el incremento de energías renovables.
Colombia eyes palm oil growth
Growing global demand for palm oil in food products and biofuels looks set to present a major expansion opportunity for Colombia. Palm oil’s popularity has soared in recent years, driven largely by healthy eating campaigns in which it is marketed as a preferred alternative to products containing trans fats.
However, Colombia may well need the support of new legislation to help it address some of the problems associated with the industry, particularly environmental concerns and land-grabbing incidents, if it is to drive growth effectively.
Colombia is the world’s fifth-largest producer of palm oil, behind Indonesia, Malaysia, Thailand and Nigeria, according to GreenPalm, a certification programme for sustainable palm oil production. As of 2010, some 400,000 ha of agricultural land in Colombia were being used for palm oil production, or had been earmarked for its cultivation, according to data from the Palm Sector Statistic Information Centre (Sistema de Información Estadística del Sector Palmero, SISPA). The industry had also generated more than 130,000 local jobs.
Growing usage & demand
Worldwide demand for palm oil is expected to continue rising as the drive to reduce trans-fat intake gains strength. Trans fats are created when hydrogen is added to liquid vegetable oils to make them more solid. The US Food and Drug Administration is looking to ban all artificial trans fats, sometimes described as partially hydrogenated oils, from the American food supply, which, if enacted, could significantly drive up demand for palm oil. According to data published by GreenPalm, demand for the vegetable oil produced by African oil palms is forecast to more than double between 2000 and 2030 and triple by 2050.
Palm oil can also be used as a renewable energy resource in the production of biodiesel. At present, Colombia has the installed capacity to produce up to 600,000 tonnes of biodiesel annually. However, Carlos Mateus, director of planning, development, and innovation for the National Federation of Biocombustibles, recently told press that new projects could help to boost the installed capacity for diesel production by another 50% over the next 18 months. Such an expansion would, in turn, fuel greater demand for palm oil, while helping to create more jobs in the industry.
Challenges to overcome
However, palm oil is not without its critics. When Indonesia was named in the 2008 Guinness Book of Records as the country with the fastest rate of deforestation, the palm oil industry was apportioned most of the blame.
Colombia is also grappling with deforestation and its consequences, all too aware that the destruction of natural habitats risks endangering plant and animal species. According to UN data, Colombia already loses approximately 2000 sq km of forest annually.
Palm oil cultivation is also believed to have contributed to Colombia’s droughts, most recently those blighting the Casanare Department in the central eastern region of the country.
Aside from fuelling environmental concerns, palm oil production has been linked to land-grabbing incidents, both in Colombia and internationally. Opportunists have been known to illegally confiscate land from farmers with small land holdings, sometimes employing violent tactics in their efforts to access this much-sought-after cash crop.
Weighing the benefits
Support for Colombia’s National Federation of Oil Palm Growers (FEDEPALMA) in advocating compliance and good practice is expected to come from the Roundtable on Sustainable Palm Oil (RSPO). The RSPO, which numbers FEDEPALMA among its members, was established in 2004 “to promote the production and use of sustainable palm oil”.
It advocates environmentally responsible practices, including conserving natural resources, biodiversity and “responsible consideration of employees, and of individuals and communities affected by growers”.
While opinion on palm oil’s merits remains divided, Rafael Zavala, a representative of the UN Food and Agricultural Organisation, recently voiced support for the Colombian industry, saying it provided dignified work for people in areas where the crop was grown. El Portafolio reported that Zavala’s remarks were made in March at the International Biocombustible Conference, Cartagena, where he also described palm oil as a better alternative for workers than cultivating illicit crops like coca.
For now, Colombia’s agricultural sector is expected to move forward with plans to expand palm oil production, targeting a six-fold increase in output by 2020. With legal protection for the environment and communities where palm oil is grown in place, increased production could bode well for the country, creating new jobs and promoting growth in renewable energy.
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