México: Semillas de la sostenibilidad rural

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Luego que la producción callera el 4.4% en 2009, el sector dio muestras de recuperación con un crecimiento del 4.1% en 2010. Sin embargo, la producción se contrajo de nuevo en 2011 al descender el 1.5% de acuerdo con información del INEGI. Pero todo parece indicar que la industria está a punto de recuperarse de nuevo. A pesar de las sequías iniciales, las condiciones climáticas, que en general son favorables, deberían contribuir al incremento de los cultivos más importantes. En concreto, las expectativas sobre cultivos tales como el maíz, el trigo, el frijol y el sorgo han sido revisadas al alza hasta un aumento del 16% en 2012, según el secretario de agricultura. En el frente interno, el maíz es un alimento significativo para la canasta familiar.

Se espera también que los cultivos comerciales, tales como el café, tengan un año excepcional. La Asociación Mexicana de Productores de Café dijo en septiembre a la prensa internacional que esperaba que México, país que ocupa el décimo puesto entre los mayores productores de café a nivel mundial, incrementará su producción en un 20% durante este año al ir de 4.3 millones de sacos a 5.16 millones - Sacos de 60kg -.

Es bastante probable que el azúcar experimente un salto significativo en su producción. El Comité Nacional para el Desarrollo Sostenible de la Caña de Azúcar prevé un incremento del 12.5% en la producción azucarera en la temporada de cosechas 2012-13 hasta los 5.67 millones de toneladas. A largo plazo, el café y el azúcar seguirán siendo presumiblemente los dos cultivos predominantes en México, atrayendo así importantes dólares en exportaciones a pesar de que en el corto plazo la reducción en el precio global del café en 2012 y 2013 podría afectar a las ganancias del sector.

En efecto, mientras que la fabricación industrial en las ciudades del norte ha contribuido a impulsar el crecimiento económico, gracias a una economía mexicana cada vez más integrada en términos globales, los pueblos y comunidades campesinas ubicadas en el sur todavía están pendientes por experimentar el impacto integral de los beneficios provenientes de los numerosos acuerdos de libre comercio firmados durante las últimas décadas. De hecho, algunos consideran que el libre comercio ha vulnerado a la industria más de lo que ha pretendido ayudarla.

Una vez establecido el TLCAN, la industria agrícola mexicana se ha beneficiado ciertamente de las exportaciones de cultivos y productos agrícolas a su vecino del norte, los Estados Unidos. No obstante, el impacto a largo plazo es todavía materia de controversia. El desplazamiento de muchos campesinos mexicanos que han migrado hacia el norte en busca de mejores salarios, por ejemplo, se ha convertido en un serio problema en ambos lados de la frontera.

Por otra parte, los pequeños campesinos de México a menudo carecen de los fertilizantes apropiados, los canales de riego y la infraestructura necesaria para ser competitivos en el mercado global. Un ejemplo de lo anterior puede ser encontrado en la industria del maíz, donde un considerable número de campesinos mexicanos que oscila entre los 50.000 y los 100.000 marcharon en la Ciudad de México en 2008 para protestar en contra de la eliminación de los aranceles sobre el maíz importado de los Estados Unidos, tal y como se acordó en el TLCAN, a pesar del hecho de que el maíz amarillo producido en EE.UU difiere significativamente del maíz blanco que se produce y se consume de manera predominante en México. En efecto, la mayor parte de los pequeños campesinos encuentran bastante difícil competir con el tamaño, la escala y la eficiencia de las altamente tecnificadas y subsidiadas industrias agrícolas de Estados Unidos y Canadá.

Los productores agrícolas en México tienen algunas razones para oponerse a la libre competencia con Estados Unidos. A pesar de que la industria agrícola mexicana tiene un alto potencial, el mejoramiento de la productividad, la infraestructura disponible, la maquinaria y los fertilizantes son para muchos de los pequeños y medianos campesinos del país aspectos esenciales para el éxito a largo plazo y, en consecuencia, para la sostenibilidad del desarrollo de la economía rural.

Una solución propuesta por el gobierno federal a través de la Secretaría de Agricultura es la creación de asociaciones público-privadas con el fin de incrementar la productividad en todo el sector. El Secretario de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, Francisco Mayorga Castañeda, afirmó ante la prensa local en julio de 2012 que era de carácter vital conformar una coalición consistente en el sector privado, el sector público y el sector social para mejorar la comunicación y, finalmente, llegar a la mejor estrategia posible con el fin de incrementar la productividad.

El plan inicial propuesto por el gobierno hace un llamado al sector público con el objetivo de incrementar el acceso a la financiación para los pequeños agricultores y de mejorar la educación en las áreas rurales, mientras que el papel del sector privado sería el de innovar e invertir en el sector. El sector social sería responsable de movilizar a la comunidad así como de capacitar y organizar a los productores locales. Dicho sistema será implementado inicialmente en cinco segmentos: granos, aceites, frutas y verduras, productos de pesca y, finalmente, café y cacao, antes de determinar su potencial para operar a mayor escala.

 

Mexico: Seeds of rural sustainability

As Mexico continues its long haul towards economic prosperity and social inclusion, one of the principal challenges it faces is improving rural sustainability and growth. Key to improving the livelihood of the rural communities is the agriculture industry, which, despite presenting positive growth figures in 2012, faces numerous challenges. The sector is indeed the heartbeat of the rural economy, employing some 13% of the national workforce, according to 2010 data from the World Bank. Yet in 2011 it accounted for only 3.5% of GDP, down slightly from 3.8% in 2003, according to figures from the National Statistics and Geography Institute (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI).

After output fell 4.4% in 2009, the sector showed signs of recovery with 4.1% growth in 2010. Production contracted again in 2011, however, dipping 1.5%, according to data from INEGI. It seems the industry is poised to rebound once more. Despite an early season drought, overall favourable climate conditions should see substantial increases in several key crops. In particular, expectations for crops such as corn, wheat, beans and sorghum have been revised upwards to a 16% rise in 2012, according to the secretary of agriculture. On the domestic front, corn is a significant part of the food basket.

Cash crops such as coffee are also expected have a banner year. The Mexican Coffee Growers’ Association told international press in September it expects Mexico, the world’s 10th-largest producer of coffee, to increase production by 20% this year – from 4.3m bags up to 5.16m bags, with each bag weighing 60 kg.

Sugar is likewise expected to experience a significant jump in production. The National Committee for the Sustainable Development of Sugar Cane forecasts that the 2012/13 harvesting season will see a 12.5% increase in sugar production to 5.67m tonnes. In the long term, coffee and sugar will likely remain two of Mexico’s predominant cash crops, bringing in significant export dollars, even though in the short term a reduction in the global price of coffee in 2012 and 2013 could affect net earnings.

Indeed, while industrial manufacturing in northern cities has helped to propel economic growth thanks to a more globally integrated Mexican economy, southern farming towns and communities have yet to feel the full impact of the benefits of the numerous free trade agreements signed over the past two decades. In fact, some believe free trade has hurt the industry more than it has helped.

Following the establishment of the NAFTA, Mexico’s agriculture industry has certainly benefitted from the export of crops and agricultural products to its northern neighbour, the US. However, the longer-term impacts remain somewhat controversial. The displacement of many Mexican agricultural workers who migrated north in search of higher wages, for example, is becoming a serious issue on both sides of the border.

Furthermore, smaller farmers in Mexico often lack the proper fertilisers, irrigation channels and infrastructure to compete in a global marketplace. One such example is found in the corn industry, where 50,000-100,000 Mexican farmers marched on Mexico City in 2008 to protest the elimination of tariffs on corn imported from the US as agreed on in NAFTA, despite the fact that US yellow corn differs vastly from the white corn predominantly produced and consumed in Mexico. Indeed, most small farmers find it very difficult to compete with the size, scale and efficiency of highly subsidised and mechanised US and Canadian agriculture industries.

Agricultural producers in Mexico do have some grounds for objecting to open competition with the US. Though the agriculture industry holds plenty of potential in Mexico, improving productivity, available infrastructure, and machinery and fertilisers for many of the country’s small and medium-sized farmers is key to its long-term success, and by extension, the sustainability of rural economic development.

One solution put forward by the federal government through the secretary of agriculture is to create public-private partnerships to increase productivity throughout the sector. The secretary of agriculture, livestock, rural development, fishing and food, Francisco Mayorga Castañeda, told local press in July 2012 that it was also vital to form a coalition consisting of the private sector, the public sector and the social sector to improve communication and ultimately arrive at the best possible strategy for increasing productivity.

The initial plan proposed by the government calls for the public sector to increase access to finance for small farmers and improve rural education, while the private sector’s role will be to innovate and invest in the sector. The social sector, or local communities, will be responsible for mobilising the community, as well as training and organising local producers. The system will first be implemented in five segments: grains, oils, fruits and vegetables, fishery products, and coffee and cacao, before determining its potential to operate on a larger scale.

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